Desde hace décadas las empresas monitorizan su infraestructura informática. Esta monitorización históricamente se ha basado en un control reactivo de los distintos componentes que forman parte del universo IT de la organización. Hoy en día, en un mundo global en el que los potenciales clientes esperan un servicio rápido, eficiente y, sobretodo 24×7, esta forma de monitorizar es claramente insuficiente. Controlar el estado de los servidores y los distintos fallos que pueden acontecer en una organización permite acortar los problemas pero rara vez permite anticiparse a ellos.

A día de hoy la monitorización transaccional resulta fundamental en la estrategia de las compañías y permite a los departamentos de IT mejorar los resultados de las aplicaciones así como anticiparse a los posibles fallos que puedan darse dentro de su infraestructura.

Resulta difícil para una empresa medir en costes económicos cuánto vale la prevención de indisponibilidades o fallos de rendimiento en sus servicios pero es sumamente fácil calcular cuánto pierde la compañía en caso de paradas. Por este motivo resulta «sencillo» hacer ver la necesidad de inversión necesaria para detectar fallos pero bastante complejo hacer ver la necesidad de invertir en prevenir posibles problemas. Anticiparse a los fallos de disponibilidad y al deterioro de rendimiento en los servicios claves de las empresas es fundamental para las medianas y grandes empresas.

Así pues, ¿qué se necesita para efectuar una correcta monitorización del negocio?

  • Controlar y medir los procesos fundamentales de la compañía a fin de asegurar la prestación de los servicios críticos para el negocio dentro de los umbrales esperados.
  •  Monitorizar de forma transaccional las distintas tecnologías.
  •  Tener en cuenta dentro de la monitorización la perspectiva de los usuarios finales utilizando los datos que estos mismos usuarios nos pueden aportar o añadiendo usuarios sintéticos o simulados al servicio.

La perspectiva del usuario final resulta fundamental para la monitorización 2.0. Hoy en día la tecnología permite a tiempo real saber que está experimentando el usuario que utiliza los distintos servicios que ofrece la organización. Introducir al usuario final en la monitorización (ya sean usuarios reales o sintéticos) nos permite obtener datos de rendimiento y disponibilidad de las aplicaciones así como conocer los errores o sucesos inesperados con los que se encuentra acelerando de esta manera la investigación de un problema e incluso anticipándonos a él.

La introducción de usuarios reales en la monitorización de aplicaciones y servicios permite conocer a tiempo real cualquier fallo dentro de las aplicaciones y acabar con la famosa frase dentro de los departamentos de administración de IT «a mí me va… que pruebe otra vez«.

Jugando con las sondas sintéticas ejecutadas de forma repetitiva y desde diferentes localizaciones conseguiremos tener conocimiento de tiempos de respuesta y disponibilidad desde diferentes ubicaciones conociendo así de forma proactiva posibles problemas que puedan reportar los usuarios sobre las distintas aplicaciones.

Este conocimiento obtenido puede resumirse en tres valores clave permitiendo además acotar estos valores en distintos tipos de usuario y/o localización:

  • Disponibilidad
  • Tiempo de respuesta
  • Errores de aplicación

Es esencial conocer la disponibilidad y tiempos de respuesta de una aplicación desde las diferentes ubicaciones desde donde puede accederse a ella así como saber los errores que la aplicación puede estar reportando a los distintos usuarios que interactúan con ella.

Podemos definir por tanto que una correcta monitorización del servicio es la que:

  • Monitoriza el estado de la infraestructura

Monitorización 1.0

  • Añade usuarios sintéticos o artificiales a la monitorización a fin de seccionar el servicio en distintos objetivos (usuarios dentro de la misma red, usuarios externos, etc)
  • Obtiene los datos y valores de los usuarios reales que acceden diariamente a la aplicación.

Monitorización 2.0

La captura de estos datos permite conocer los dos valores clave dentro del servicio: Disponibilidad y Tiempo de Respuesta permitiendo así trazar una línea base de rendimiento de la aplicación desde distintas ubicaciones y horarios para de esta forma anticiparnos a cualquier degradación no controlada del servicio.

En definitiva, la finalidad de la monitorización 2.0 es dotar al negocio de una solución eficaz para reducir el número, duración y gravedad de las interrupciones del servicio.

En el mercado actual podemos encontrar múltiples herramientas que permiten obtener este tipo de monitorización. Para decidirnos por una herramienta en concreto es esencial hacer un análisis del negocio así como de las aplicaciones que lo componen y de los usuarios a los que están destinadas. También será esencial realizar un análisis de costes que la compañía puede soportar en la introducción de la herramienta destinada a la monitorización.